Mis tenis están húmedos, hace un rato que dejé de sentir mis pies. Se escucha un ruido gracioso cuando camino, y a pesar de que tengo puesta mi chamarra siento bastante frío, estoy empapado y justo cuando llego al café la lluvia comienza a disminuir.
Me derrumbo en una silla y miro por la ventana cómo pasa la gente, saco el celular de mi bolsillo y me pongo los audífonos. Comienza Black hole Sun.
Miro la calle durante un rato y cada vez que pasa alguna persona me pregunto en qué irá pensando, si sus problemas son muy grandes, si salió porque tenía algo importante qué hacer o si simplemente salió para sentir ese ambiente frío que sigue a la lluvia acompañado de ese olor a tierra mojada que parece gustarle y relajar a todo el mundo. Aspiro profundamente para ver si puedo percibir ese olor, pero apenas y puedo notar que dentro del café, huele, naturalmente, a café. Miro de nuevo por la ventana y antes de poder concentrarme en las personas que pasan veo mi reflejo en el cristal de la ventana. No me pregunto qué estoy pensando ya que esto sería bastante tonto, pero sí me pongo a pensar acerca de si he cambiado mucho en los últimos años.
Recuerdo a un par de amigos y me pregunto cómo es que terminó yéndoles, supongo que bien, no he vuelto a verlos por aquí. La verdad es que no me gustaría encontrármelos de nuevo, no porque me caigan mal ni nada por el estilo, pero simplemente sé que no me gustaría. Recuerdo un par de cosas que hicimos juntos y siento un poco de nostalgia por los días en los que no tenía que preocuparme por nada y me pasa por la mente que probablemente ellos también extrañen esos días.
Trato de recordarme a mi mismo unos años atrás, preguntándome qué hacer con mi vida e imaginando miles de trabajos, lugares, personas… Cosas que vería y sentiría todos los días desde el momento en que me despertara hasta la hora de dormir. Me pregunté también cómo sería un encuentro con el yo de hace algunos años y el de ahora, muy probablemente el yo pasado sentiría bastante desilusión.
El yo de hace algunos años habría tenido en su cabeza imágenes bastante diferentes acerca de su futuro. El yo pasado tenía ideas bastante raras y sacadas de la televisión, pero que en ese momento se veían y sentían casi reales: Un apartamento no lujoso pero decente, probablemente en alguna ciudad no precisamente grande pero que tuviera lo necesario para vivir bien, un trabajo más-o-menos-bien-pagado en una oficina que odiara, un jefe gordo y de una actitud volátil pero comprensivo en varios aspectos, un auto más o menos bueno pero que no llame mucho la atención, una vida en la oficina pero con suficiente tiempo para dedicarse a la esposa y a los dos hijos…
Comienza La Alacena.
Alguna vez me dijeron que escuchaba música muy vieja, pero no me importa, voy a escuchar música vieja hasta que ya no haya dónde pueda escucharla. Es una de las pocas cosas en las que sé que no voy a cambiar aunque pase el tiempo.
Nunca quise cambiar, nunca quise que nada fuera diferente y aún así, probablemente no fantaseaba, pero sí me imaginaba en ocasiones ese tipo de cosas que me gustaría tener, casi podía sentirme encerrado frente a un cubículo con actitud optimista, haciendo tablas interminables en Excel, casi podía sentir que mis dedos rozaban las pilas de hojas y acomodaban fólder tras fólder de colores amarillo, azul o verde. Casi podía ver frente a mí el par de fotos de mi esposa e hijos que con tantos trabajos y cumplidos había persuadido a mi jefe de dejarme pegar en el cubículo. Casi podía sentir el aire acondicionado demasiado frío en invierno y completamente innecesario en el verano, verme sentado en reuniones interminables entrando en discusiones que contenían insultos disfrazados de sugerencias con compañeros de la oficina, casi podía oler el limpiador de mala calidad de la cafetería, casi podía oler las galletitas y el café…
El café.
Siento de nuevo el olor del café y me doy cuenta de que al estar recordando todo eso cerré los ojos, los abro de nuevo justo para ver cómo un brazo se acerca a mi cara y me quita de un jalón los audífonos, los cuales al caer hacia el suelo me permiten escuchar desvanecerse la voz de Bunbury.
-No te pago para que estés ahí sentado, ya llegó gente, ¡apúrate!
Miro como las personas que acaban de sentarse en una mesa cercana disimulan sus risas, recojo mis audífonos del suelo y después de meterlos en mi bolsillo saco una pequeña libreta y un lapicero. Ignorando el sonido que hacen mis tenis al caminar, me acerco a la mesa y pregunto con la libreta en mi mano:
-Buenas tardes, ¿qué van a tomar?
sábado, junio 28, 2008
Tequila and Chocolate...
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5 comentarios:
waaadafaaak
Muy bueno, bueno en verdad ;D
Gracias.
;D
-Yo quiero un moka frappe, y mi novia quiere un capuccino, y apúrate, que si no, no te doy propina, bastardo de mierda.
;D
>=(
;D
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